El texto, esas palabras que nos resultan tan duras y ajenas; las acciones que nos marca el director; el personaje, al que tenemos que ponerle carne, alma, voz y que incluso a veces se bate a duelo con nuestros propios valores y pensamientos; el escenario.....
Y con todo eso el actor tiene que transmitir “una verdad” !!!.
Comprometer el cuerpo, la voz, la emoción, para que se organicen como un mecanismo de relojería y transmitan exactamente aquello que está pidiendo la escena, esa palabra del texto, esa historia, la circunstancia del personaje... es el desafío más grande que tiene el actor : el ser verdadero. Encontrar ese lugar interno de comunión entre el personaje y uno mismo, entre la palabra y la imagen interna.
Hacer que nuestro disparador interno funcione, desde donde se puede expresar sin atajos, sin pensamientos que obstruyan. Sin "actuar" nada, simplemente reconociendo y dejando que ocurra para poder lograr esa magia que resulta cuando uno ve lo más maravilloso del trabajo de un actor, cuando “no está haciendo la escena", cuando NO ACTÚA.
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