
"Nada puedes enseñarle a un hombre, solo puedes ayudarlo a que lo descubra dentro de sí mismo."
Es un desafío enorme, toparse con el propio cuerpo, descubrir ese dolor, esa tensión que nos está trabando , impidiendo la expresión de la imagen interna que pelea por salir, que estalla adentro y nos lastima. Muchas veces es la garganta la encargada de cerrar la compuerta. Ella sabe como hacer para evitarnos el encuentro con lo que realmente estamos sintiendo. Y ahí aparecen los músculos del cuello para colaborar, para apuntalar las compuertas y fortalecer la presión de modo que no haya ninguna posibilidad de dejar pasar ni por asomo algo de lo que nos sucede. Aunque los músculos se contraigan hasta doler crónicamente, hasta construir esas corazas tan eficases , estudiadas por W. Reich .
Tantas veces hemos oído esa trillada frase de que "el cuerpo del actor es un instrumento", y si, en verdad lo es y entonces viene la metáfora necesaria: este debe estar bien afinado. El secreto está en que a lo largo y a lo ancho de todo él, de ese cuerpo, debe moverse libremente la energía. Cuando la energía no fluye aparece la enfermedad, el dolor, la contractura. Es necesario un equilibrio entre la contracción y la relajación para que haya armonía. Reich decía:" lo que se opone a esta flexibilidad es "la coraza corporal" (formada por tensiones musculares crónicas) la cual no permite el proseso de expansión-contracción. Lo cual, agrego, como decía siempre Augusto Fernandez, no permite que suceda el mecanismo de impresión - expresión imprescindible en el trabajo del actor.
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